¿Se imagina estar terriblemente enfermo o herido y no poder comunicárselo a un médico? ¿Se imagina despertar de una cirugía y darse cuenta de que le hicieron el procedimiento incorrecto? Estas son las posibilidades escalofriantes a las que millones de estadounidenses se pueden enfrentar al afrontar un problema médico.
Según la Oficina del Censo de los Estados Unidos, cerca de 25 millones de estadounidenses hablan inglés “menos que muy bien”, pese a que la comunicación es vital en el campo de la medicina, cuando se trata de proveer cuidados y soluciones de calidad para aquellos que los necesitan.
Los estudios muestran (2) que la habilidad para comunicar con éxito los síntomas o las necesidades impacta en la eficacia del tratamiento. Se estima que aproximadamente el 70% de la información en la que se basa el diagnóstico del médico proviene de la historia del paciente y del examen físico, dos actividades que necesitan en gran medida de la comunicación personal. Los pacientes que se pueden comunicar con éxito con los proveedores de salud reciben tratamientos más exitosos, mientras que aquellos que sufren la barrera del idioma a menudo ven que sus tratamientos no son tan exitosos. Para reafirmar este hecho, cerca de la mitad de los médicos encuestados en California en 2003 estaban personalmente conscientes de casos en los que la calidad de la atención sufría debido a las barreras lingüísticas.
Los peligros de las traducciones médicas inadecuadas
Las soluciones imprevistas y no planificadas como familiares o personal bilingüe se usan a menudo en lugar de servicios profesionales de traducción, pero a menudo esto causa malentendidos trágicos. La palabra o el contexto cultural incorrectos pueden literalmente ocasionar la muerte de alguna persona si no se tiene cuidado. Acudir a familiares y niños de esta forma también plantea varias cuestiones éticas y privadas.
Incluso quienes hablan con fluidez un idioma a menudo tienen problemas con la terminología médica, que es complicada, y esto solo refuerza la necesidad de los servicios profesionales de traducción.
Uno de los casos más famosos y el que usted encontrará a menudo como referencia en este tema es el del jugador de béisbol de 18 años Willie Ramírez. En 1980, Willie entró en coma y lo llevaron al hospital del sur de la Florida. Cuando llegaron al hospital, su familia le había dicho en español a los doctores que Willie estaba intoxicado. Esto se interpretó estrictamente en inglés como “intoxicated” (en estado de embriaguez), mientras que en español “intoxicado” puede referirse a los efectos adversos de cualquier cosa que se ingiera. Cuando trataron de comunicar que él había comido algo que había tenido un efecto adverso, el hospital entendió que él había bebido demasiado. El diagnóstico errado provocó una hemorragia cerebral que dejó a Willie tetrapléjico de por vida.
En cuanto al hospital, como se les había pedido contratar un intérprete profesional y no lo hicieron, fueron responsables de un acuerdo de aproximadamente $71 millones.
En otro incidente, una mala traducción al inglés de un software utilizado en un hospital francés generó la administración de sobredosis de radiación durante un año. También hay casos en los que a algunos pacientes se les hizo erróneamente una mastectomía o les quitaron riñones por malas traducciones.
La comunicación adecuada y los servicios profesionales de traducción pueden marcar la diferencia, literalmente, entre la vida y la muerte.
Otras implicaciones legales y soluciones
Además de los errores de traducción, los intérpretes médicos que no son profesionales a menudo no están conscientes de la importancia de la confidencialidad y de otros asuntos legales y de seguros relevantes. Estos temas también surgen cuando se trata de equipos médicos y dispositivos que los pacientes usan lejos de espacios de cuidados y atención supervisados. Las instrucciones y advertencias no se pueden seguir apropiadamente si no están en el mismo idioma del paciente.
Puede ser difícil de imaginar todas las formas en las que una comunicación deficiente puede dañar a un paciente o se le puede proveer una atención indebida. Por suerte, la solución es simple. Aunque los hospitales han tratado de utilizar líneas telefónicas para compensar la falta de personal bilingüe, la única solución que han mostrado para reducir los errores a un nivel aceptable es tener traductores profesionales y entrenados a disposición.
Se ha demostrado que estas acciones provocan estancias más cortas en los hospitales, menos readmisiones y en general se incrementa la satisfacción del paciente con el servicio. También limita la posibilidad de errores catastróficos.