Hoy nos iremos a un pasado MUY LEJANO para una lección de historia sobre algunas de las lenguas más conocidas de la Tierra.
El latín era la lengua del Imperio romano, pero el latín clásico que se escribió nunca fue la lengua de la vida cotidiana. Se usaba típicamente para escritos y documentos formales dentro del Imperio. ¡Ciertamente no fue la lengua que los soldados y comerciantes llevaron con ellos a los límites del Imperio Romano cuando se estaban expandiendo y conquistando!
En su lugar, los romanos hablaban y escribían su propia forma de “graffiti”. En pocas palabras, usaban un lenguaje mucho menos pulido que el que usaban en sus escritos. La lengua latina simplificada de la gente común se conoce como latín vulgar, porque vulgar es un adjetivo en latín para la palabra moderna “vulgo”. En otras palabras, era el idioma del pueblo y era mucho más fácil de entender que el latín escrito.
A medida que el Imperio romano seguía creciendo y expandiéndose por todo el mundo, su lengua fue cambiando gradualmente dependiendo de la región y del dialecto propio del área. Algunos de estos cambios incluyeron la ortografía, la fonética, los sonidos y la gramática en general.
Las lenguas que surgieron de estos cambios se conocen ahora como lenguas romances. De todas las familias de lenguas existentes, el grupo de las lenguas romances es probablemente el más fácil de identificar. Todas estas lenguas vinieron del latín vulgar a su manera, dentro de tiempos históricos, y luego se convirtieron en su propio subgrupo de la rama itálica de la familia de lenguas indoeuropeas.
Aunque existen muchas derivaciones de las lenguas romances, las principales que han resistido el paso del tiempo y que aún se hablan hoy en día incluyen:
- Francés
- Italiano
- Español (la que tiene mayor número de hablantes de las lenguas romances)
- Portugués
- Rumano
Estos idiomas comparten una buena parte del vocabulario básico y siguen siendo razonablemente reconocibles a pesar de algunas diferencias fonológicas (patrones de sonido) y de ortografía. También comparten algunas formas gramaticales similares.
Sin embargo, las lenguas romances difieren gramaticalmente de manera bastante significativa de sus orígenes en el latín vulgar. Por ejemplo, aunque el latín tenía tres géneros gramaticales (masculino, femenino y neutro), las lenguas romances individuales y modernas sólo tienen dos (masculino y femenino).
Además, todas las lenguas romances (excepto el rumano) han descartado el esquema del latín de seis casos diferentes para el sustantivo, manteniendo sólo un caso. Como resultado, las relaciones gramaticales de las palabras se aclaran principalmente mediante preposiciones y orden de las palabras, en lugar de mediante inflexiones como se hacía en latín.
Por otra parte, los verbos en las lenguas romances han conservado un sistema de conjugación muy desarrollado, heredado del latín. Este sistema de conjugación hace que el modo (formal o informal), el número de individuos (yo vs. nosotros, tú vs. todos) y el tiempo sean excepcionalmente claros. Esa es una de las razones por las que el aprendizaje de los verbos en la lengua romance es difícil y puede ser complicado para algunos.
Un dato curioso: en el año 2000, aproximadamente 920 millones de personas señalaron una lengua romance como su lengua materna, ¡y alrededor de 300 millones tenían una lengua romance como segunda lengua! Ese es un increíble legado que el latín vulgar ha tenido en la sociedad moderna.
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